Su doctor le pasó mi contacto telefónico a Osvaldo para que se comunicara conmigo. Así lo hizo. Sin embargo, hubo un par de encuentros pautados en mi consultorio que quedaron truncos por complicaciones imprevistas que le ocurrieron.

Finalmente en una de sus últimas internaciones lo visito, me presento, y él relata cómo se viene sintiendo luego de veinte días de hospitalización. Cansado, por supuesto. Me ofrecí para escucharlo y para conversar de cualquier cosa que él quisiera o necesitara, especialmente de aquellos temas que no resultan fáciles de ser hablados con las personas cercanas con las que hay historias de vida en común y afectos varios entretejidos.

Él tomó la propuesta. Habló de su cansancio y acerca de como su salud venía deteriorándose. En Osvaldo reinaba la seriedad debido al gran cansancio que lo acompañaba. Sin embargo compartimos un instante que en ambos tuvo un efecto de sorpresa, como todo chiste. De repente, luego de una pausa replicó una conversación que sostuvo con su médico donde éste le decía:

_ M: “¡Ánimo Osvaldo, usted no está terminal!”

_O: ”¡Okey! Pero avíseme un par de días antes.”

(nos reírnos con el comentario)

En el segundo encuentro que tuvimos comentó que había estado pensando y tenía un pedido concreto de ayuda. Dijo:

_ “Quiero volver a mi casa.”

Él creía que podía recuperar bienestar yéndose a su casa, pudiendo comer su comida y descansando mejor. No obstante, también le generaba inseguridad el perder toda la atención provista rápidamente por enfermería cada vez que él lo demandaba apretando el botón del timbre llamador y la disponibilidad inmediata de toda aparatología o instrumentación estando allí dentro.

Hablamos de la frecuente dificultad que se presenta cuando los canales de comunicación entre los miembros de una familia están desgastados, y cuando al perder fluidez el intercambio se vuelve tórpido.

Osvaldo vivía con su hermana. Ambos viudos, habían decidido compartir la vivienda y acompañarse mutuamente. Él sabía que la resistencia de Rosa, su hermana, de llevarlo al domicilio tenía que ver con los miedos que ella tenía de no ‘hacerlo bien´ allá (se refería a los cuidados que él necesitaba). Conversando surge entonces la posibilidad de convocar a una reunión. Me pregunta si puedo estar presente para facilitar la transmisión de su deseo a su hermana. Respondí que sí y pautamos día y horario con el médico y con Rosa.

En dicho encuentro explicamos porqué en cuidados paliativos el volver al propio domicilio es un objetivo de prioridad.

Usualmente las instituciones de salud están más preparadas para curar cuadros agudos que para cuidar a pacientes cuyas internaciones se prolongan en el tiempo. Finalmente obtuvo el alta mientras se gestionaba la internación domiciliaria, atentos a lo que él necesitaba.

Su médico paliativista acompañó la internación en su casa coordinando las visitas para controlar los síntomas físicos.

Al cabo de tres semanas Osvaldo falleció. En su propia casa como él quería, con sus cosas, su comida, y descansando en su cama.

Al día siguiente, recibo el siguiente mensaje de parte Rosa:

_ “¡Muchas gracias! Gracias por acompañar a mi hermano en su deseo de volver a casa. Gracias a vos y a todo el equipo por mostrarnos cómo sobrellevar lo mejor que se podía la enfermedad. Cariños, Rosa.”

Para quienes elegimos trabajar aportando en la última etapa de la vida (la más trascendente junto al nacimiento), nos resulta sumamente gratificante el tener la oportunidad de vehiculizar experiencias como la de Osvaldo. Para lograrlo es necesario corrernos del espacio rígido y estructurado que proponen los protocolos y apostar a la adecuación del caso por caso.

Categorías: Experiencias

3 comentarios

Raquel · 11 julio, 2021 a las 9:43 pm

Me pareció muy atinada la decisión de convocar a su hermana. Muchas veces la familia desconoce los deseos e intereses del paciente. El excelente manejo del profesional. Felicitaciones!

Annie · 11 julio, 2021 a las 9:48 pm

La experiencia de Osvaldo de volver a su casa, poder compartir sus últimos días con su hermana Rosa, fueron claves para su tránsito a la muerte.
Para Rosa, dejó una sensación de acompañamiento con amor hacia su hermano, respetando su deseo de volver a casa.
Siempre con la excelente asistencia de la profesional.
Felicitaciones.

Mariela · 12 julio, 2021 a las 12:25 am

Que difícil formular y escuchar los deseos y los miedos propios y ajenos, no? Hermosa experiencia!

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